lunes, 16 de julio de 2007

06.-"Enamoramiento a dos bandas"

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EL AMOR NO ES:
UNA SENSACION EMOCIONAL PLACENTERA.

Mi Diario a diecinueve de julio de 2003.-

Mi Diario. REUNION del 26 de julio de 2003. Sábado.

Hoy, son más de las doce y debo decir ayer, hemos seguido profundizando en lo que el amor no es. La reunión fue movida y animada y quedó bien claro que EL AMOR NO ES una sensación emocional placentera.
Como base de la discusión o mejor del diálogo, Carlos nos había dado la semana pasada al final de la reunión, una fotocopia de la carta de Milagrosa y de su respuesta, para que la rumiáramos durante la semana y ya trajéramos unas ideas sobre el tema cada uno y cada pareja, en una reunión previa de los dos. Esta es la primera carta:

Carta:
De Milagrosa.
“El enamoramiento a dos bandas.”

Mi muy querido amigo Carlos:
Nunca sé donde tengo de verdad el corazón. Me gustan casi todos los chicos, me enloquecen los tiposos, guapos, los hay guapísimos, y simpáticos y se me va el corazón, “sueño” con los que me requiebran y me hacen guiños de que les gusto.
Soy como una veleta llevada por el viento del que sopla en cada momento, en el momento presente, en el ahora que estoy viviendo.
Pero de una época a esta parte el dilema se me ha planteado en dos. Cómo saber donde está mi corazón si mi corazón está en el lugar en que estoy, cuando uno de los dos está allí, en ese mismo lugar.
Tú sabes que yo estudio Ciencias Exactas en Madrid. Y allí, Luis, proyecto de Arquitectura, me hace tilín cada día. Salimos, entramos y estamos juntos. Como novios, le dejo y volvemos a ser novios. En medio, un viaje a Tenerife, donde tu sabes que vivo y el encuentro con Guillermo.
Guillermo me trae por la calle de la amargura. Con sus rizos, su cabeza de filósofo distraído, sus detalles, sus atenciones, sus miradas enamoradas, su paciencia ante mis incongruencias y mis devaneos amorosos, me derriten. Cuando le llamo, soy yo quien le busca, y al fin consiente en encontrarnos como amigos, me quedo prendada de él, de su caballerosidad, de sus delicadezas, de sus detalles y caramba, -cambié la palabra,- por qué no decirlo, de su físico. Es guapo, guapo, guapo, hasta decir basta. Me derrito, se me agua el corazón. Deseo que me abrace, me acaricie suave la espalda, como él sabe hacerlo, me mire a los ojos, y su cuerpo atrae mi cuerpo, me acerco peligrosamente y si le miro a los ojos mis labios se van tras sus labios y le beso suavemente, largamente, para luego ir aumentando la presión y besarle desaforadamente, apasionadamente, vehementemente, alocadamente, temblando todo mi cuerpo en su amor y sintiendo que me flaquean las piernas.
¿Dónde está Luis, mi novio oficial de Madrid, en esos momentos?
No existe, no aparece, está borrado de mi mente, de mi memoria y de mi corazón, completamente. Como si nunca hubiera existido.
Guillermo me entra y se adentra tanto en mi corazón, que ya no existe nada ni nadie.
Es el gran amor de mi vida. Creo que de verdad sólo le quiero a él. Pero me exige, es un caballero de los que ya no quedan, que hable con Luis, que le diga la verdad, que no le engañe, porque él tampoco querría que yo le engañara. Y que si de verdad quiero a Luis y estoy enamorada de él que él respeta mis sentimientos, los acepta, aunque le duelan, y que solo quiere para mí lo que me haga más feliz.
Yo llamo a Luis, hablamos, se lo digo, y rompemos mientas dura mi viaje a Tenerife.
Pero él se queda en Santa Cruz. Yo me vuelvo destrozada y llorosa a Madrid a buscar a Luis para ratificarle honrada y personalmente que ya se acabó, que lo siento muchísimo.
Luis me escucha, me acepta, casi me consuela y nos separamos “muy amigos”, pero nada más. El teléfono se me queda corto para hablar con Guillo.
El fin de semana siguiente, yo no sé estar sola, al salir de la Universidad nos hacemos los encontradizos y quedamos para ir el viernes al cine juntos, como amigos, claro, a una película muy buena, pero que muy buena. Con lo que a mí me gusta el cine. Entre palomita y palomita me roza la mano, me la coge, me la aprieta, yo trato de zafarme y desengancharme casi sin fuerzas, no sé vivir sin caricias, sin cariño, sin sentirme querida, sin amor y le devuelvo tímidamente el gesto por el cariño que nos hemos tenido. Mentira. Ya estoy otra vez en sus brazos, pues tras el cine nos vamos a tomar una copa en una discoteca, y la cosa acaba como antes de ir a Tenerife.
Guillermo cae en el pozo del olvido. Eso sí, con dolor, sintiéndome mal, muy mal. No le llamo. No le digo que he vuelto con Luis. Dejo pasar una, dos, tres y hasta cuatro semanas. Al fin, le dejo un mensaje en el móvil. Que estoy con Luis. Que lo siento. Se me saltan las lágrimas por la noche pues yo sé que le estoy haciendo daño.
Por favor, dime que puedo hacer porque este corazón mío me va a matar pero no puedo vivir sin él. ¿Quiero de verdad a alguno de los dos? ¿Sólo me quiero a mí misma?
Un beso fuerte, fuerte, Mila.
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