domingo, 15 de julio de 2007

26.- "Bailando con José Carlos"

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Mi Diario a dos de enero de 2005.

Fiesta en casa de Mónica de Año Nuevo.

Hemos “partido el año”, como se dice aquí en Canarias, tras tomar las uvas en casa de los padres de José Carlos, (la Nochebuena la pasamos en mi casa y fuimos después a la Misa del Gallo con mi familia, - sentí horrores no poder ir a El Madroñal, con Don Matías y algunos del grupo-) en el Almacén de la casa de campo de Mónica y Francisco Javier, donde creo que también quieren celebrar su boda el año que viene en enero, que es cuando han fijado la fecha de su matrimonio.
Estos días pasado hemos casi vaciado el almacén para dejarlo libre, y lo hemos adornado con farolillos y decoración entre verbenera y de boda.
Flores, ramas, verdes, luces, velas etc. hicieron el local cálido y acogedor. Jorge y Tomás se encargaron de seleccionar la música y de ponerla para que la fiesta no decayera en ningún instante. Además de los del Grupo vinieron algunos de los
hermanos de Francisco Javier y de Mónica, y en un rincón, sentados y animados, sus padres, los de ambos, y otra pareja amiga, y algunos amigos más el pueblo y de alguno de nosotros. Pasó luego, a las tantas, Don Matías, tras celebrar el resopón con sus feligreses en su Parroquia, y no pudieron venir ni Elena ni Carlos, pues se habían ido a Palma de Mallorca a pasar Navidad con sus hermanos, Nuria y Ramón y luego el Año Nuevo se fueron China a “romper el año con cacahuetes”, allí no se rompe el año ni hay ceremonia de las uvas, con alguno de los hermanos de Elena, sus esposos, esposas, y sobretodo con su hijo pequeño Jorge que lleva ya dos años en China, estudiando en la Universidad.
Aunque todos o casi todos ya habíamos tomado las uvas y recibido el año con una buena copa de champán, felicidades para todos, aquí cuando ya nos habíamos incorporados todos los que estábamos en la lista oficial, luego pasaron por allí amigos y conocidos de los padres y hermanos de Mónica y Francisco Javier y un nutrido grupo del Catecumenado de San Mateo y de su Rondalla, volvimos a brindar y a desearnos miles de felicidades. Que beso tan cariñoso me dio la madre de Mónica, en el pueblo todos la llaman señora Mañuela, cunado me acerqué a ellos acompañado de un susurro en mi oído: Mónica e quiere muchísimo y dice que ha encontrado en ti una maravillosa amiga.
Para mí, le contesté, ella también es maravillosa y admirable. Qué bendición d Dios para ustedes.
La música nos trasladó a unos giros de vértigo, con un ritmo movidísimo y algo verbenero, como se lleva aquí en los pueblos, pero Tomás que en el fondo es un gran sentimental nos tenía preparado una tanda de música lenta y romántica que hizo que casi todas las parejas salieran a bailar flotando en los brazos uno del otro.
Yo me agarré a José Carlos muy fuerte, puse mi cabeza sobre su hombro, allí es donde le llego pues es una cabeza, la mía, más alto que yo, y me dejé embargar por la delicia de sentirme muy junto a él y completamente suya. Sentí su bazo que me apretaba fuertemente el talle y lo sentí plenamente mío. ¡Qué hermoso es el amor humano! ¡Qué maravilla la pareja creada por Dios para compartir la vida! Me sentí privilegiada entre todos los hombres, y cerrando los ojos al compás de la música, “Amor de hombre”, le dí las gracias a su Providencia por haberlo encontrado y por haberme hecho ir a la boda de Lorena.
En un instante miando por encima del hombre de José Carlos, vi a los padres de Francisco Javier bailando muy agarrados, muy apretados, muy juntos, muy enamorados.
¡Qué bellos momentos para recordar! ¡Qué ansias de que cuando tengamos su edad y después y siempre, seamos una pareja llena de amor y de ternura como ellos!
Ternura, una inmensa ternura vi en los ojos de Teresa, su madre, clavando la vista en el rostro curtido y moreno de su marido por el trabajo duro, a veces muy duro del campo. Se puede ser muy feliz en la sencillez, honradez y llaneza de los hombres y mujeres del campo de los pueblos rurales de la Isla.
Te tendría que contar tantas cosas, mi querido Diario, que llenaría mil páginas, pero me muero de sueño. Será otro día. Ahora daré gracias a Dios, miraré a los ojos a la Virgen en el cuadro que hay sobre mi cama, Ella seguro que me mirará también y entornando mis párpados, me iré quedando dormida pensando en José Carlos y seguiré bailando entre sus brazos.
Hasta mañana, amor.
Tu Ana.
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